And Spring finally came · Y la primavera finalmente llegó

It always ends up coming. The sun is beautiful and bright, Although it is cold. But it is a wonderful feeling to know that we are entering a new season. Where everything begins to awaken, where everything will flourish. And although we are still living in complex and strange times, it is an opportunity to connect with the wonderful and simple of Life itself. The cycle that takes us from the darkness and introspection of winter to the clarity and bloom of spring.

This is how I feel about my work. After navigating a sea of ​​doubts, self-criticism and a feeling of falsehood and disorientation. Slowly I reencounter myself, with my focus. Little by little I am giving more shape to the how of my work. I have been exploring mobiles, small hanging works that move with the wind, with a passing by the side. Their fragility resonates with me, and how they change while stretched out on a table or hanging from a thin rod. As a metaphor for ourselves. How we are in solitude and how we function in community.

Another point on which I am focusing my gaze is precisely this last one. Community. I have never found my people, loneliness is part of my way of being, and it is also part of my work. I like the peace of the studio. But lately, it will be because of having lived this obliogatory isolation, I have felt the need to create deep bonds on an artistic and spiritual level. That is why I am involved in a very warm project with other women artists (Karen Dana, Laura Rosenberg, Tara Hughes, Shari Anne. And I have also resumed the weekly commitment with my Sangha (Thich Nhat Hanh meditation group). I feel like a seed in spring, which slowly comes out of the earth, sprouts with strength and determination, to flourish and expose all its color to the world.

Y la primavera finalmente llegó!

Siempre acaba llegando. El sol está precioso y radiante, Aunque hace frío. Pero es una sensación maravillosa el saber que estamos entrando en una nueva temporada. Dónde todo empieza a despertar, dónde todo va a florecer. Y aunque estamos todavía viviendo unos tiempos complejos y extraños es una oportunidad para conectar con lo maravilloso y sencillo de la Vida misma. El ciclo que nos lleva de la oscuridad e introspección del invierno a la claridad y florecimiento de la primavera.

Así me siento con mi trabajo. Después de navegar por un mar de dudas, de autocrítica y de sensación de falsedad y desorientación. Lentamente me reencuentro conmigo misma, con mi foco. Poco a poco voy dando más forma al cómo de mi obra. He estado explorando los móbiles, pequeñas obras colgantes que se mueven con el viento, con un pasar por el lado. Me resuena su fragilidad, y cómo cambian estando estiradas en una mesa o colgadas de una fina barilla. Cómo metafora de nosotros mismos. Cómo somos en soledad y cómo nos desenvolvemos en comunidad.

Otro punto en el que estoy enfocando mi mirada es este último precisamente. La comunidad. Nunca he encontrado mi gente, la soledad forma parte de mi forma de ser, y también es parte de mi trabajo. Me gusta la paz del estudio. Pero últimante, será por haber vivido este aislamiento obliogatorio, he sentido la necesidad de crear vínculos profundos a nivel artístico y espiritual. Por eso estoy involucrada en un proyecto muy cálido con otras mujeres artistas (Karen Dana, Laura Rosenberg, Tara Hughes, Shari Anne. Y también he retomado el compromiso semanal con mi Sangha (grupo de meditación de Thich Nhat Hanh). Me siento como una semilla en primavera, que lentamente va saliendo de la tierra, va brotando conm fuerza y determinación, para florecer y exponer todo su color al mundo.